lunes, 20 de octubre de 2008

“La asimilación de la salsa en Francia a través del análisis de eventos salseros”

Ponencia del Dr. Saúl Escalona
Email : saescal@hotmail.com
TITULO: “La asimilación de la salsa en Francia a través
del análisis de eventos salseros”
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SUMARIO
► De la lambada a la latinomanía p. 2
► A echar un pié p. 4
► Al festival de Bartolo p. 5
► ¡Encarnación y ese paso! p. 7
► ¿En qué quedamos? p. 10
► Conclusión p. 11
► Bibliografía p. 12.
© Saúl ESCALONA - 2007
De la lambada a la latinomanía
En el año mil novecientos setenta y nueve del siglo pasado la canción Lambada hizo su entronizamiento en Francia suscitando para entonces un increíble frenesí que puso los cuerpos en connivencia el uno con el otro. Más tarde, esto condujo a un ciclo de música tropical que facilitó la inserción de la salsa por todo el hexágono francés, desencadenando las pasiones y haciendo surgir un fenómeno que denominamos “latinomanía”. En efecto, viajes al Caribe hispano, gastronomía latinoamericana así como bares, discotecas, restaurantes, festivales de música y otros eventos surgieron por todas partes creando, por un lado, un entusiasmo en torno a la música salsa que genera aún beneficios económicos y, por otro lado, un auge innegable que contrarresta con su asimilación.
En trabajos anteriores hemos señalado como las emociones de los franceses se han abierto al “espíritu latino” 1 que muchos reclaman como lleno de espontaneidad y concebido
como una cierta manera de vivir (Escalona, 2001). Los resultados aquí presentados concernientes al análisis del gusto por la salsa relacionados con sus eventos ponen a relucir un gran interés por el baile en pareja, que había desaparecido un poco hasta entonces y, que constituía a través de los bailes populares una cierta manera de vivir y forma de diversión durante el periodo de posguerra, reforzando así el sentimiento de una tradición francesa popular (Argyriadis, 2003). Así, la salsa gusta porque conduce al baile en pareja. Lo que interesa es la rítmica y no sus textos o su poesía. Además, la no-comprensión del texto de las canciones le quita fuerza al mensaje y desvía el imaginario del oyente hacia imágenes que se sueñan o anhelan. Una prueba palpable es impulsada por afiches, volantes o mensajes difundidos por Internet, para anunciar las fiestas semanales, en los cuales los términos recurrentes son: fiesta, caliente, sensualidad latina, trópico, picante, encuentro, seducción, fiebre... Esto conlleva a una cierta imagen de extraterritorialidad y de clima referente al Caribe, calificativos que componen a la vez, metáforas culinarias, meteorológicas o eróticas para designar una forma musical bailable y asimilable como sabor o color exótico (Dorier-Apprill, 2001). La fuerza simbólica de la música latinoamericana de los años sesenta que constituía un vector importante de socialización pierde sentido décadas más tarde, inaugurando con la salsa un nuevo periodo en el cual nadie escucha música puesto que todo el mundo quiere bailar.
Con esta conexión al fenómeno, la salsa extiende su difusión debido al interés que crea, ya no es concebida como música comunitaria o marginal, sino como exótica, la cual muchos quisieran adoptar. Podríamos hasta decir, refiriéndonos a la ciudad luz, que sus noches se volvieron salseras. Asimismo, empresarios franceses utilizan para organizar eventos, slogans publicitarios en los cuales se lee: “aquí somos latinos...”.2
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Lo expuesto rebasa la esperanza de nuestro estudio, ya que los fanáticos dicen gozar con esta música de una satisfacción inmediata en carga emocional, lo que no les proporciona otras músicas. Por eso, éstos manifiestan una larga preferencia por el ambiente caluroso y acogedor que ella crea y por los cursos para aprender a bailarla. En esta dirección, distintos testimonios presentan tópicos diferentes:”busco salsa porque me saca de la rutina del trabajo...”; “la salsa me hace viajar a un mundo soleado...”.3
“Bailar salsa” entonces implica diversas maneras de consumirla. Hay quienes prefieren la atracción del momento, es decir asistir a discotecas, bares u otros establecimientos surgidos para la ocasión, los cuales ofrecen a cada cual, su parte de sueño valorada. Queremos decir, que los que no saben bailarla, se inscribirán en los cursos programados por estos establecimientos; los más fanáticos participarán en festivales y los más asiduos irán a los “congresos mundiales”. Resulta pues, indiscutible, decir que en Francia para moverse con la salsa hay que pagarla.
A echar un pié
En el marco referencial de los cursos encontramos tres niveles: debutantes, éstos comienzan sin música donde el profesor se contenta solamente con decir uno, para indicar que hay que marcar el paso inicial, con el pie izquierdo, o derecho según su método y dos, para indicar el otro pie; los cursos duran así una hora; de nivel intermedio, donde los alumnos sí tienen derecho a aprender con música; los movimientos se encadenan con gran velocidad, el profesor pone cualquier pieza de salsa e incluso, otro género totalmente diferente que puede ser cha-cha-cha, guaguancó, mambo, guaracha, etc., y estos bailan sin ninguna distinción del ritmo. Los de nivel avanzado pueden entrenarse con más amplitud. No obstante, antes de comenzar los cursos, generalmente, los alumnos se cambian de ropas y zapatos por una
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vestimenta más ligera, que les permite dar mayor agilidad a los movimientos; durante el curso, siguen con atención las instrucciones del profesor, quien, a diversas ocasiones repetirá “mango”, “caliente” o cualquier otra palabra predeterminada para indicar de dar vuelta o, de soltar a la persona con la cual se baila.
En esta complejidad los adeptos aprenden a bailar solos, sin pareja y cuando bailan con bailadores más experimentados, las pasos se les enredan, a tal punto que según el método del profesor, ésta será cubana, puertorriqueña o colombiana. Lo cierto es que, la salsa en Francia es insertada al espíritu cartesiano para ser clasificada. En general, bailar salsa es como un proceso mental codificado que le quita alegría al espíritu para otorgarle racionalidad a la improvisación. Así, muchos fanáticos traducen una forma estilizada en el baile que tiende a proponer coreografías inventadas en la que se baila, generalmente, en círculos sucesivos, sin separarse, realizando figuras, en que los brazos y las manos juegan un papel importante, con el cuerpo bien derecho y sin movimientos de cadera. La relación cuerpo-música cobra aquí su importancia puesto que los adeptos siguen los cursos solamente por el deseo de enterarse por el estilo que impone uno u otro profesor, dándole importancia a cierta forma de expresión corporal con bellas figuras acrobáticas. Esta dimensión se puede comprender enviando la genealogía a los vestigios del rock and roll, todavía bailado por todas las generaciones europeas, que servirá de compensación, en cierta medida, a la dificultad de poner el cuerpo en movimiento.
No es de extrañar, que en algunas ocasiones pretendientes latinoamericanos habiendo solicitado a alguien a bailar se vean rechazados durante el baile, con alegaciones: “si tu no das vueltas, no podemos seguir, ya que no estás en el tiempo...” En otros términos, esa “distancia mínima” a la cual se refiere Alejandro Ulloa en “El baile, un lenguaje del cuerpo” (2005), que 4
permite el mutuo consentimiento facilitando los toques y los apretones, aquí, se reduce a un va y viene, por no decir, pa’ aquí y pa’ allá...
Al festival de Bartolo
Hay fanáticos, que prefieren recorrer miles de kilómetros buscando los diferentes eventos por todo el territorio nacional, afirmando que es una ilusión de viaje y de contacto con el otro, es decir, buscando en él, lo que “fascina por lo que él tiene, por lo que no tenemos” (Schott-Billmann, 2001). En este sentido, "él nos encanta y lo adoramos porque nos permite ver nuestras fallas, en fin, reconocernos fuera de nosotros…". En verdad, a través la aceptación de estas músicas se acoge mejor al extranjero, se le reconoce con tolerancia. No es raro pues, en este recorrido, que se produce generalmente en el verano escuchar canciones como: Yo soy como el Oso / feo pero sabroso / cuando yo llego a la fiesta / conmigo quieren bailar / porque saben que yo tengo / salsa para guarachar...4, que los fanáticos repiten incesablemente, aunque sea de forma breve pero con bastante alegría, resultante de los “modelos” que tiende apropiarse los corazones y sentimientos pero viendo sobretodo del lado de lo que se va a gastar.
Los festivales de salsa o de “música latina” se producen en espacios al aire libre o en salas para espectáculos, aunque dependen particularmente del tiempo; son organizados bajo un programa de duración de tres días, el cual comprende cursos de baile, tómbolas, talleres de percusión, conciertos musicales y un sinnúmero de atracciones que buscan parecerse a las festividades latinoamericanas. Paralelamente, como ejemplo de lo que se produce en otros países europeos, vale también citar el caso del festival LatinoAmericando que se realiza todos los años en Milano (Italia) del cual Vicenzo Perna ha establecido un excelente análisis. 5 En su mayoría estos festivales giran en torno a la “latinidad”: Mundo latino, Pueblo latino,
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Noches del Sur, Ritmo Latino, etc. El público, contrariamente al de la Feria de la Caña del azúcar,6 que se pasea al azar de los encuentros, de un lado al otro para beber con unos y comer con otros, viene aquí a comprar en las diferentes tiendas existentes y sobre todo a bailar. El concierto principal, en sí, no interesa sino en la medida en que el artista es conocido y que las interpretaciones realizadas permitan hallar la continuidad de los pasos aprendidos durante los cursos. A su vez, establecer una diferenciación dentro de los grupos musicales presentados equivale a valorizar el más rítmico y percusivo, que permita a los bailadores mostrar los diferentes estilos y decir a los otros: “viste, como yo bailo...“. De hecho, esta subordinación a la danza es la representación que se tiene de la salsa e impone para muchos bailadores someterse al imperio de las reglas y normas impuestas para “poder bailar”.
No es lo mismo estar a gusto con su paso, digamos con su estilo de baile, cualquiera que sea, como sucede en el Caribe, cuando se desea moverse alegremente al ritmo de la música que verse involucrado en una escena, que impone sus patrones de conducta por el simple hecho de “ser moda”. También sostenemos que esta violencia simbólica conlleva a una uniformización bailable, que vemos, presenta incoherencia en su conjunto puesto que no permite la libre expresión corporal que podría, tal vez, ser un signo de alegría o de expresión a través de la música. Igualmente esto impulsaría el refuerzo de los lazos sociales desfallecientes. En este sentido se puede señalar que sobrepasa largamente el marco de la diversión (Schott-Billman, Op. cit.).
Así, si el baile se convierte en una necesidad absoluta, éste es conformado por la obsesión que mientras más se baila, mejor será la agilidad adquirida. Lo que importa para muchos fanáticos, repetimos, es adquirir lo máximo para mostrar a los otros, en el momento de un baile, que se “sabe hacer los mejores pasos”. Los movimientos pélvicos, de “quebrados”
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que siguen el compás de un cambio al montuno de una pieza de salsa, no es lo que interesa, de paso, no sabemos si los conocen o que existen, principalmente, la excitación llega a su extremo cuando se realizan los “shines”, juegos de pies, que muchos pretenderán realizar. De la misma manera, si los festivales de salsa o de “música latina” son sobretodo una invitación apasionante al viaje a través de ésta música “exótica” y del imaginario que ella recrea, en ellos se exponen igualmente la propia imagen de la relación hombre-mujer en la cual el encuentro amoroso es signo de predisposición, aún antes de que el contacto de los cuerpos lo incite.
¡Encarnación y ese paso!
Otros adeptos son tentados por la invitación de la “pedagogía original” en cuanto a la práctica del juego con los pies se refiere, que algunas escuelas tienden a ”modelizar” en vista de su participación a los “congresos de salsa”, “mundiales o no”. Estos se producen cada año sobre la base de duración de tres días, generalmente, en fin de semana, desarrollando un programa que contempla animaciones de baile, cursos de diferentes niveles y presentación de tropas o grupos de bailadores con diversas coreografías. De manera diferente a los “festivales de salsa”, los “congresos” se presentan como un evento “espectacular” donde se reúnen parejas, tropas o grupos de bailadores, provenientes de los Estados Unidos, de Puerto Rico o de varios países europeos. El público es constituido fundamentalmente por “fanáticos del baile de salsa”, que entienden o no el español. Lo particular del inicio es que los grupos de bailadores llegan como “bandas” corriendo al vestuario para cambiarse y ponerse una vestimenta ligera de acuerdo con la tendencia que desarrollarán.
Como los festivales, los “congresos” son pagados, diferentes formulas propuestas integran los tres días del evento, entre otras podemos citar por ejemplo: “gran debutante” (para los que quieran descubrir y aprender la salsa en un fin de semana); “formulas de 7
apasionados” (para aficionados que desean vivir la pasión de la salsa a doscientos por ciento); “formula master” (grupo de quince parejas con cursos de duración de una hora y media o cursos personalizados); “formula grupo” (para grupo de diez personas con derecho a reducción de la entrada); “formula VIP” (posibilidad de acceder a salones privilegiados para compartir con los organizadores y otras personalidades invitadas), en fin, otras formulas que constituyen un programa especial y progresivo en cuanto a la adqusicion de “todas” las “bases” y “finalizacion” de los cursos debutantes e intermedios. Son tres días intensos de cursos, que comienzan desde las diez de la mañana hasta las nueve de la noche, cuando se produce el espectáculo principal; en estos se aprenden diferentes estilos como la “rueda de casino”, el “latin taps”, el “ragga jam salsa”, el “slave sep”, el “cuban sep”, el “left chare cha-cha-cha” ó el “mambo on 2”. Los alumnos en función de sus intereses seguirán tal profesor que propone tal estilo. Es obvio, que los más avanzados intentarán seguir lo máximo de cursos para aprender y poder así exhibirse durante los bailes de la noche.
Siguiendo el paso de su desarrollo, resalta una intensidad emocional subjetiva de los organizadores como de los diferentes bailadores constituyentes de las tropas presentes, claramente palpable en el intercambio que se establece durante el ensayo. Por tanto, si todo parece fácil a la hora de la representación, en realidad, la estancia conflictiva en los camerinos entre individuos de culturas y mentalidades diferentes refleja, al mismo tiempo, la reafirmación de creerse el “uno mejor que el otro”, valorizado por la concepción de estilos de bailes diferentes. En todo caso, cada pareja o grupo de bailadores presentan una coreografía, trabajada durante cierto tiempo, que puede ser por ejemplo: “Tarzán en la selva” o “El ratón Mickey”, para no citar sino estas dos, en las cuales extractos de canciones tanto de salsa como de otros géneros musicales caribeños, son puestos a una velocidad superior para dar efectivamente un carácter teatral al “espectáculo bailable” presentado. Los movimientos estilizados y las actitudes de los bailarines se inspiran largamente del estilo propuesto por
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cada pareja, equipo o grupo, que según el caso, puede ser, el de “Eddie Torres” o “New York Syle”, el de “salsa mambo” o “breaking on 2”, el de “Los Ángeles” o “LA”, etc. Aquí se ven figuras como, la cross body, es decir, el “salto del caballo”, los “shines” o sea, juego de piernas, entre otras; igualmente, se muestran los “open break“ y los “sweet turns“ que son movimientos de las caderas acompañados por pequeños saltos. Estas presentaciones pueden durar de quince a veinte minutos, produciéndose sucesivamente una tras otra, hasta que todos hacen sus representaciones.
Tal como se ha apuntado, la percepción de la salsa a la que hacemos referencia, no es otra que una salsa de figuras codificadas, que muchos adeptos intentarán repetir similarmente a la hora de bailar. Es allí, donde nace la imagen del bailador arquetipo, ausente de todo contacto emocional para dar pasos a figuras acrobáticas que se integran en una mentalidad subyacente, cerrada al verdadero espíritu festivo latinoamericano.
¿En qué quedamos?
Entiéndase que cualquiera que sea el enfoque que escojamos, queda claro que el problema es bastante complejo y su estudio requiere ojos de análisis diferentes. Ahora bien, podemos considerar que no es la difusión de la música en un lugar diferente al de su origen lo que determina su función, sino la uitilización que se hace. Es por eso que en semejante contexto, encontramos además un discurso que tiende a proponer un goce inmediato con la salsa, “que busca borrarle toda temporalidad, vale mencionar, sin historia, con una noción de exotismo absoluta y valorizando Cuba o Puerto Rico, antes de la costa este de los Estados Unidos, que constituye su verdadero punto de origen y que no es nunca mencionado. Estas “tierras de su origen” constituyen objetivamente un ambiente a la vez, más legítimo y sugestivo, visto desde Europa en invierno, que los barrios latinos con sus casas degradadas y sus calles rotas, de la gran metrópolis estadounidense” (Dorier-Apprill, Elisabeth. 2001).
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En la misma óptica, lo que se pretende es hacer de la salsa una música sensual, que englobe un fantasma con una cierta representación de la sensualidad, es decir la “latinidad” (Dorier-Apprill, Op. cit.), clichés que abordan la salsa como una música que permite el encuentro amoroso, que simboliza un erotismo consensual y que también hace viajar imaginariamente. Ese interés protegido, va incluso más allá, puesto que no favorece mostrar novedades de discos, ni informaciones sobre compositores, músicos u orquestas, puesto que la salsa en Europa “no es sino de muertos” (Feliciano, Courrier International, 2006), alusión a los músicos salseros fallecidos y conocidos en las mayorías de las capitales europeas (Tito Puente, Ray Barreto, Celia Cruz, etc.).
Este vacío expresa un sobrecogimiento que se afianza aún más con la globalización de las mercancías, la cual permite de crear una pasión o comunidades afines en torno a un producto, que posiblemente no hubiera podido existir y expresarse a la escala de una ciudad o de un país sin mayor trascendencia. Uniformisacion, mestizaje: la globalización ofrece así un vasto campo de proyección a culturas que de otra forma no hubieran podido expresarse. Pero lo peligroso es que su uso expansivo las despoja de todo contenido, digamos todo valor cultural, para otorgarle otra función diferente. Sobre esta consideración no debemos pues olvidar la interrogación siguiente: ¿la salsa en Francia no será una terapia, más, que el descubrimiento de otra cultura?. ¿El bienestar del cuerpo importa más que la comprensión de una expresión diferente?
Conclusión
La salsa en Francia es una “moda” que genera importantes beneficios económicos. Muchos oriundos latinoamericanos se desempeñan en oficios laborales subalternos, situación
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que les permite vivir y de la cual la gran parte del postre va a los empresarios franceses, que bien es cierto, están desligados de todo vector cultural de lo que representa esta música. Así, más fácil es vender un “exotismo” que incita a bailar para obtener ganancias que de mostrar una música alternativa, que bailan y cantan millones de latinoamericanos, ya no solamente del Caribe, porque el dolor, la miseria, etc., se ha extendido por todo el continente latinoamericano.
En este andar, la recepción de las señales que nos envía la salsa desde Francia, son de una música desprovista de valores sociales y culturales, que son justamente los que le dieron origen y permitieron su desarrollo, mostrando a pesar de toda su alegría y candor más bien una “terapia del cuerpo”. En este sentido, la salsa es sólo ritmo pero, nosotros decimos NO, la salsa es más que eso, es justamente de cultura de lo que aquí se trata, de una cultura que esconde sus raíces en lo más profundo del continente latinoamericano y que hace recordar uno de los episodios más dolorosos y al mismo tiempo más fructuoso para el futuro de las tierras descubiertas y colonizadas por los Españoles: el tráfico de Negros y el desarrollo de la esclavitud, del siglo XVI al XIX. Por otro lado, la salsa es también una manera de vivir, una concepción de la existencia, de relaciones particulares con el otro. Encontramos, pues, el espíritu de la fiesta, con su vocación hacia la colectividad que señala Octavio Paz en algunos de sus ensayos, y a veces la nostalgia alarmante de los excluidos o de los oprimidos.
Eso es la salsa pero, aparte de todo y dentro del contexto francés, no es de extrañar que antes de dar los primeros pasos, la pregunta castradora paralice la buena intención: “¿Tú bailas cubano o puertorriqueño?. ¿Bailas con el “1” ó con el “2”?
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Bibliografía Citada
ARGYRIADIS, KALI, LE MENESTREL Sara, 2003.
“Vivre la guinguette, París, PUF, (col. Sociologie d’aujourd’hui).
COURRIER International, 1998.
“L’explosion métisse”, París, N° 398, p. 18.
DORIER-APPRILL, Elisabeth. 2001.
“Entre imaginaires et réalités, la géographie mouvante des danses “latines”,
en Danses Latines, Autrement, París, N° 207, p.37.
FELICIANO, Héctor, 2006 .
“La dernière salsa à Paris”, en Courrier International, París, N° 793, p. 38
PLISSON, Michel. 1999.
“Les musiques d’Amérique Latine et leurs réseaux communautaires en France”. En International de l’imaginaire, N° 11 - Les musiques du monde en question. París, Babel, pp.123-134.
ULLOA, Alejandro. 2005.
El lenguaje del cuerpo, Cali, Secretaría de Cultura y Turismo del Valle del Cauca.
SCHOTT-BILLMANN, France. 2001.
Le besoin de danser, París, Odile Jacob.
*
Libros publicados por el autor:
ESCALONA Saúl, La salsa, un phénomène socioculturel, L’Harmattan, París, 1998, 176 p.
Ma salsa défigurée, L’Harmattan, París, 2001, 144 p.
La salsa en Europa: rompiendo el hielo, Instituto de Musicología / Funves,
Caracas, 2007.
1 Se trata, desde un punto de vista antropológico, de una diferenciación cultural que se establece en relación con la manera de concebir la vida; es decir, una más amplia facilidad relacional entre los individuos, una convicción menos importante en relación con la norma lo que determina ciertos valores y fija las referencias de comportamiento del individuo en función de la norma social. Por lo demás, la imagen de sensualidad a la que supuestamente se pretendida es acerca de todo un estilo de vida al que se refiere; lo que hace que muchas veces se escuche decir: ¡ah!, es un latino..., alusión a no llegar nunca a tiempo cuando se tiene un compromiso o una cita, por ejemplo.
2 Principal emblema utilizado en el Festival Tempo Latino que se produce todos los años en el mes de julio en el suroeste de Francia.
3 Las citaciones en kursivas y entre comillas presentes en este trabajo pertenecen a los testimonios recogidos de la encuesta realizada sobre un panel de cuatrocientas personas fanáticas de salsa en Francia. Encuesta efectuada por el autor en los años 2001 y 2004.
4 Canción “Feo pero sabroso”, composición y arreglo de Louie Ramírez. Referencia Louie Ramírez y Super Banda, Faisan Records SLP 508.
5 Perna, Vincenzo “Lágrimas, sudor y salsa. Música latina en Italia entre carnaval y marginalización”. Actas del Congreso Latinoamericano IASPM, La Habna, 2006. Ver también la obra de Escalona Saúl, La salsa en Europa: rompiendo el hielo, Instituto de Musicología/Funves, Caracas, 2007.
6 Alusión a la Feria de Cali (Colombia) que se produce del 25 de diciembre al 3 de enero de cada año.
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